El gran poema de nadie

En la Ciudad de la Basura del Barrio Copto de El Cairo (Egipto) personas de todas las edades, oficios y condiciones recogen y reciclan palabras impresas encontradas en carteles, cajas, envases comerciales y cualquier otro soporte que haya sido arrojado a la basura, con el objetivo de construir de manera colectiva un poema en forma de gran banderola que se puede colgar en un espacio público. Se trata de una acción poética participativa guiada por el escritor español Dionisio Cañas en septiembre de 2011. Esta misma idea se ha repetido en una quincena de ciudades en todo el mundo desde 2002 bajo el título de El Gran Poema de Nadie.

Los objetos nos llaman

La muerta 
de Juan José Millás

Cierto día, un compañero de colegio señaló en la calle a una mujer, diciéndome:

-Mírala, está muerta.

A mí me parecía imposible que una difunta se moviera con aquella naturalidad entre la gente. De hecho, sabía que era mentira, pero resultaba excitante creérselo, así que le seguí el juego. Mi amigo me aseguró que era capaz de distinguir a una mujer muerta entre mil mujeres vivas.

-¿Pero en qué lo notas?

-En nada en concreto y en todo a la vez. Si te fijas, van envueltas como en una burbuja de paredes invisibles. Cuando seas capaz de percibir esa burbuja, aprenderás a distinguirlas.

A los pocos días de esta conversación, iba dando patadas a las piedras por mi calle, cuando vi a una mujer dentro de la burbuja. La burbuja la puse yo seguramente, pero la mujer era completamente real. La seguí con disimulo hasta la Avenida de América, y luego por Francisco Silvela, hasta llegar a una ferretería en la que entró para salir al poco del brazo de un sujeto muy alto, con bigote a lo Clark Gable. El hombre estaba vivo, desde luego, y no trataba a la mujer como a un cadáver. Al contrario, se acercaba a su cuerpo cuanto le era posible, desplazando la pared de la burbuja hacia el otro lado, y le besaba el cuello a través de esa membrana que parecía no detectar. Entraron en un bar que hacía esquina con la calle de Méjico y se comieron un bocadillo de calamares cada uno. Cuando ella alargaba el brazo para tomar de la barra el vaso de cerveza, sacaba la mano de la burbuja sin romperla, del mismo modo que algunos objetos son capaces de penetrar en una pompa de jabón.

Comencé a centrar mi atención en él. Parecía el prototipo de individuo mundano que por entonces yo mismo aspiraba a ser. Una persona con clase, pensaba ingenuamente, debe moverse con la misma naturalidad entre los muertos y los vivos. Aquel hombre actuaba con una soltura increíble y sabía en qué momento tenía que abrocharse o desabrocharse el botón de la chaqueta o pasarse el dedo índice por el extremo del bigote, como para recoger, más que una miga de pan, un pensamiento. Al salir del bar, él la tomó de la cintura y la atrajo hacia sí con tal violencia que la sacó sin darse cuenta de la burbuja. Entonces abandoné la persecución con la idea romántica de que el amor consiste en rescatar al otro de la muerte, y decidí esperar mi oportunidad.

A los pocos meses llegó al barrio una chica nueva, con burbuja. Era muy joven para estar muerta, pero lo consulté con mi amigo y me dijo que las había de todas las edades.

-Una prima mía de tres semanas está muerta también.

-¿Y qué dicen sus padres?

-No lo saben. La mayoría de la gente no ve la burbuja.

Me enamoré como un loco, y, cuando logré reunir el dinero suficiente, la invité a un bocadillo de calamares en el bar de Francisco Silvela esquina a Méjico. Luego intenté acercarme para rescatarla de la burbuja, pero no se dejó. Y al día siguiente, cuando pasé cerca de un grupo en el que se encontraba ella, noté que me señalaba con expresión de burla. Estaba presumiendo de haberme sacado un bocadillo de calamares, que para nosotros era una fortuna. Entonces, pese a mi timidez, me acerqué al grupo y, apuntándole al pecho con el dedo, le dije:

-Estás muerta. No vayas a creerte que no lo sé.

Todas sus amigas se alejaron un poco, como con miedo a contagiarse, y desde entonces arrastró una vida solitaria, que yo tampoco intenté aliviar, aunque me lo pedía con los ojos. Se casó con un muerto de hambre con el que asiste a misa de difuntos todas las semanas. Continúa en el barrio, y, cuando me acerco por allí, a ver a mis padres, se hace la encontradiza para que la libere de la burbuja en la que sigue atrapada. Pero ahora, aunque quisiera, no podría, porque yo mismo he ido encerrándome durante todos estos años dentro de una membrana transparente y flexible de la que sólo podría rescatarme una mujer viva.

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Y girar la vista atrás y caminar despacio y evitar

En la mirada de él, su reflejo es una sonrisa nocturna que espía la luna: es hermoso y joven para conocer la respuesta, y cuando alguien miente, el mundo se llena de frío y él tose lágrimas y calla poemas con alfileres que se te ponen en la punta de la lengua que están prohibido pensar, pero a él le duele porque es bello y además su piel huele a flor: flor voluptuosa, o a mentira en distancia, o a tierra húmeda de mar; como a casa sin serlo, y  por eso piensa que es mejor caminar lejos y poco a poco, desconfiado,  aturdido. Y sueña con otras playas. Cuando está triste se tapa los ojos, mira hacia otro lado, calla y se mete en una caja en la que nadie más puede entrar, y cuando se le pasa, sale volando pisando relojes que aceleran o retrasan el tiempo, el pasado y el futuro a su antojo y vuelve a sonreír porque él es bello y su piel huele a flor y su sonrisa es la de un amigo joven que protege suave o con violencia, porque su amor es profundo como un bosque y si él quiere, los árboles bailan a la vez con el viento (porque sus manos son fuertes y posee muchas cosas en ellas) y es hermoso porque él tiene ojos de fragilidad en forma de inefable muralla: es una sonrisa nocturna que espía la luna, es hermoso y joven para conocer la respuesta, y cuando alguien miente, el mundo se llena de frío y tose lágrimas y calla poemas con alfileres que se te ponen en la punta de la lengua que está prohibido pensar, pero a él le duele porque es bello y además su piel huele a flor.

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Y por cosas de la vida, él lee en su él cosas que me recuerdan que hay cosas por las que realmente llorar. Y su él lee mientras él mira:
«Kerouak y Ginsberg: Llegará un día en que estas cartas harán llorar América»
http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/2012/05/kerouac-y-ginsberg-a-traves-de-cartas.html

Viajes rápidos

En la pasión, y en el boxeo… Regresar de la noche anterior contenta. Pasarlo bien en la realidad y en el recuerdo. Olvidar deshacer la maleta al llegar a casa con pasos cansados. El resultado, por la mañana: enfrentarse a un montón de ropa que recolocar, y alguna prenda sucia, impresa con las huellas de una felicidad discreta, profunda.

todo es cuestión de distancia… Viajes rápidos. Llegar un día a una ciudad y permanecer 48 horas escasas en ella. No dormir más de una noche bajo la misma sensación. Memorizar las calles, los locales, los sabores, que pasan a toda velocidad. En consecuencia, recordar el día de ayer como si hubiera sucedido mucho tiempo atrás. Aterrizar en una ciudad en la que entra un sol suave de otoño. Y recordar una frase de J. Briel: “C’était au temps où Bruxelles bruxellait» .

Si te acercas demasiado me excito… calles empedradas, edificios burgueses, tejados de pizarra. Recordar la ciudad con el color de Tintín y Milou, de Lucky Luke. Recordar una ciudad como lugar de veraneo de Astérix y Obélix y sus compañeros de tribu, comiendo chocolate y patatas fritas. Perdiendo batallas contra los romanos, por estar borrachos. Y sustituir esa imagen con la imagen surrealista de dos belgas como Magritte y Cortazar. Y entender poco a poco (o mejor dicho, dejar de hacerlo) un país entero.

me asusto… Y pensar en mi rincón favorito, que era la ventana. Pensar en el patio verde, y los setos a mano izquierda, y los árboles a la derecha, y el césped al fondo, siempre verde. Y dejar de ser el rincón favorito porque me asusta la oscuridad de la ciudad, y los setos a mano izquierda, y los árboles a la derecha. Cambiar ese rincón, por los vericuetos imposibles de tres palos. Por el engranaje perfecto de tres maderos que abren la claraboya del baño y dejan respirar la habitación.

me obnubilo digo tonterías… Hace frío. En este puerto no se ve el mar. Las nubes grises hacen de sombrero y la lluvia acaricia la piel. Observo este país contradictorio. Fachadas blancas hermosas de catedrales que brillan con alegría, compiten en magnificencia con edificios grises de hormigón. Las campanas rebotan contra las paredes de la ciudad, y se puede caminar al paso de su música.

me echo a temblar… Se crean puentes en el laberinto surrealista: Las estatuas más famosas son niños meones. La Navidad se adelanta, como el mismo frío, y los regalos se entregan el 6 de Diciembre, para San Nicolás. Los únicos restaurantes abiertos para cenar, son los destinados a los ancianos (que siempre son los más rápidos y listos en enterarse de todo lo bueno) Todos los pubs se llaman Delirium Tremens. Hay más bares con paella juntos, que en todo el levante español. La paella lleva chorizo. El nogal da drupas. Lejos de casa se pueden ver bodegones españoles ofrecidos por turcos. Las pistas de hielo tienen horarios indescifrables. Los cocodrilos viven en el mar. Hay reuniones de ministros europeos, y ahora entiendo por qué hay tanta moneda… de chocolate.

pero si estás lejos me desvelo y escribo poemas… Viaje a Lieja, Bruselas, que se escribe con X, y eso supone una incógnita. Y detrás de cada X, hay un tesoro…

Paquito d’Rivera – Brussels in the Rain

Dice que allí dicen

Era sencillamente deseo de viajar; deseo tan violento como un verdadero ataque, y tan intenso, que llegaba a producirle visiones. Su imaginación, que no se había tranquilizado desde las horas del trabajo, cristalizó en la evocación de un ejemplo de las maravillas y espantos de la tierra que quería abarcar en una sola imagen. Veía claramente un paisaje: una comarca tropical cenagosa, bajo un cielo ardiente; una tierra húmeda, vigorosa, monstruosa, una especie de selva primitiva, con islas, pantanos y aguas cenagosas; gigantescas palmeras se alzaban en medio de una vegetación lujuriante, rodeadas de plantas enormes, hinchadas, que crecían en complicado ramaje; árboles extrañamente deformados hundían sus raíces hacia el suelo, entre aguas quietas de verdes reflejos y cubiertas de flores flotantes, de una blancura de leche y grandes como bandejas.

Thomas Mann -extracto-

Marea. Pan duro.
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Más nos vale reir

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Cuenta la historia que los dioses griegos se aburrían, así que inventaron a los seres humanos. Pero seguían aburriéndose e inventaron el amor. Y vieron que ya no se aburrían, así que decidieron probar el amor ellos mismos…y finalmente inventaron la risa, para poder soportarlo.

Texto: El Juego del Amor.
Foto: Eternal Sunshine of the Spotless Mind (Olvídate de mí)

Oda al caos nº 3


Un ciclo de lavado completo me permite transitar
con total tranquilidad
la distancia que separa las multitudes
de ti.

90 minutos para salir del trabajo
cruzar semáforos intermitentes
-y observar su corazón
de luz latente-
pasar el edificio en construcción
cebras y otros animales
y el olor a cruasanes recién hechos.

Me gusta
que olvides el suavizante
para que sea tu colonia la que impera por el día
para que sea tu aroma asilvestrado por la noche.

Me gusta
que olvides planchar las humedades frescas
recién salidas del centrifugado
para ver
como las arrugas se trasladan de la ropa a tu piel
a mi lado.

Me gusta
que no olvides
la vulnerabilidad de 90 minutos.

Erika B. S.

http://www.fotolog.com/la_peri

Se nos destiñen los principes azules

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Se nos destiñen los principes azules.
En ficción siempre fue fácil reconocerlos: este príncipe es un canalla, es un hijo de puta. Y como gustan los canallas, la lectura es más intensa. Pero nada es igual en la realidad: aquí los príncipes aparecen un poquito batidos, como las princesas. Será por la polución, el urbanismo desenfrenado, el horror de vivir lo sucesivo y la luna, que de tantas veces mordida, se ha escondido cansada de bocados.

Supón que te encuentras con un príncipe en la mesa de delante, en el bar de la esquina. Un príncipe de americana de terciopelo, con barba impecable, ojos de seda y sonrisa de notemiento-peroaveceslohago.

Supón que tiene manos de caricia y descubrimiento y que no sabe lo que busca, a pesar de que sabes que va en busca de algo. Supón que confía en el amor como dios primitivo y en sus magias inútiles. Supón que bebe cerveza y fuma maría. Que habla francés con la única intención de encontrar su centro, sin conseguirlo, pobrecito. Supón que ha ido a la guerra, a las tantas guerras que ha tenido, y que jamás salió escaldado de ellas porque en el fondo también él es un canalla.

¿Qué haces? ¿Seguir vigilando la presa del pantano para que no se rompa? ¿O mejor seguir con la cebolla en la mano esperando que se pudra?

Me declaro incompetente. Impotente, ignorante y jodidamente inocente. Muy Inhábil. Muy demente.

Y los príncipes azules, comprobado que destiñen, inexistentes.

Y que nadie les calle las manos…

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Para hablar no hace falta un boca.

Ni siquiera un lápiz y un papel.

Algo mucho más sencillo…

…imaginación.

No todo es lo que parece.

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CHEMA MADOZ

No hace falta nada más. Simples objetos cotidianos con sabor a paradoja. Tan sólo sutilidad e imaginación. Minimalismo y sátira. La suma perfecta.

La fotografía y la poesía jamás estuvieron demasiado alejadas, ya se sabe, hay un mismo interés por la brevedad, por la creación de imágenes que se basan en la intensidad. Madoz fotografía greguerías.

«La obra de cualquier artista está marcada por el tiempo y el lugar que le ha tocado vivir a su creador, y supongo que su aspiración es que respire sin su presencia, ya que es la única forma de que perdure a través del tiempo.» Chema Madoz

SE NOS VAN LOS GRANDES. SE NOS VAN

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Reverbera la música en los muros
y traspasa mi cuerpo como si no existiese.

¿Soy sólo una memoria que regresa
desde el cabo remoto de la vida
fiel a una invocación que no perdona?

Música que rechazan las paredes:
sólo soy eso

Cuando ella cesa también me extingo.

ÁNGEL GONZALEZ

Democratizando el arte… algunas sonrisas conocidas dijeron:

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Sobre la insoportable levedad del ser un amante de los museos.

Ante algunas de las reacciones suscitadas por una de mis últimas frases en la actualización anterior, he decidido aclarar mis argumentos en contra de la democratización del arte, esto es, en contra de la masificación de la cultura.

1. El arte no pertenece al pueblo, sino al creador y a quien sabe apreciarlo. El patrimonio, en cambio, sí pertenece a todos, pero en un sentido puramente material. El ARTE, en cambio, es la expresión suprema del alma, y como tal, debe ser entendido con el espíritu.
2. Si el arte no pertenece al pueblo, ¿Por qué el pueblo quiere acceder al arte?
3. Acaso ¿No actúa el pueblo movido por oscuras motivaciones como las modas o los efectos secundarios de los medios de comunicación?
4. Si el arte no gusta al pueblo, si no disfrutan, si no viven el arte, si van a un museo por ir, si van por cumplir, si van porque su vecino ha ido y ellos no, si van porque ha salido ocho veces en las noticias ¿Por qué no se buscan otro entretenimiento? ¿No tienen suficiente con el fútbol?
5. La masa no tiene espíritu. El espíritu es, a mi modo de ver, sólo posible en la individualidad. Por tanto, no hay cabida para la masificación en una institución cultural como un museo, donde el espacio está concebido para que el observador mantenga una relación individual con cada obra. Esto no es así en el teatro, la ópera o la música, donde el espacio fue concebido para una manifestación colectiva.
6. La experiencia artística requiere de silencio, introspección, tiempo, ambiente relajado y aire limpio. Una sala de un museo donde uno no puede encontrar estos aspectos, no es válida. Pero no lo es por culpa de la sala, sino por culpa de la masa.
7. Defiendo a quienes acuden al museo para disfrutar, para sentir, para acceder a la belleza desde el conocimiento, desde el espíritu. Para ello, es necesario formarse antes. No es preciso haber estudiado arte, sino haber cultivado la sensibilidad en el campo que sea. Esa es la vía para acceder correctamente a un museo, y puedo certificar que el 80% de la gente que acude al Prado (por poner un ejemplo) cada día, no cumple con este requisito. En mis visitas a diferentes museos, he tenido la oportunidad de escuchar frases como:
—–«Vamos, tía, que me van a cerrar Bershka». (En la exposición de Vermeer del Museo del Prado).
—–«Qué señora más fea, si parece una mona… Y el niño ese ahí tirao…» (Ante la Natividad de Van der Weyden del Museo del Prado).
—–«Vamos a aquel cuadro, que tiene más chuminadillas de esas…» (ante la Anunciación de Jan Van Eyck del Museo Thyssen).
Y esto es sólo por poner tres ejemplos de los miles y miles que he escuchado a lo largo de años de ver exposiciones y museos. ¿Quién me puede decir por qué esta gente acude a un museo si no les interesa nada de lo que allí se muestra? ¿Acuden acaso porque les produce algún placer hacer mofas de algo que fue creado por el alma inmortal de un genio? Si desprecian el arte, ¿Por qué van a un museo?
8. Desde pequeño me enseñaron que mi libertad terminaba donde empezaba la de mi vecino. Por eso, considero que si en un sitio molesto, o si no debo estar por algún motivo, no voy, o me marcho. No me empeño en atestar un templo de la cultura para ver si se me pega algo. Primero tengo que hacer un duro trabajo conmigo mismo si no estoy preparado para ello.
9. Hablando de educación, esto es algo que en España no abunda demasiado. Quizá esto no facilita las cosas para quienes amamos los museos. Sé a ciencia cierta que en otras capitales europeas también hay museos que gozan de gran éxito mediático, y suelen estar llenos. Y con todo, uno puede hacerse su hueco y aprovechar la visita. En este país no se respetan las normas mínimas de cortesía ni de educación en un espacio público. El ruido invade las salas (sólo hay que ir a la galería central del Museo del Prado para percibir el ensordecedor murmullo procedente de miles de zafias bocas). Del mismo modo, falta el sentido común, que es lo que conduce a la gente ignorante a un museo. En otros países de Europa, es raro encontrar un museo masificado. He visitado la Tate Gallery, la Tate Modern, la National Gallery, el British Museum, el Ashmolean Museum, La National Gallery de Escocia, el Victoria and Albert Museum, el Louvre, la Orangerie, el Musée Picasso, el Rijks Museum, el Mauristhuis de La Haya, el Pergamon Museum, las Gemäldegalerien de Berlín, Dresde, Múnich, Stuttgart, etc, etc… Los grandes museos de Italia… y tantos y tantos miles de galerías públicas, privadas y museos estatales… y sólo unos cuantos, víctimas del turismo, son objeto de deseo de las masas sudorosas.
*Al respecto, la foto es de la kilométrica cola de los Museos Vaticanos. ¿A cuánta gente le interesa lo que se muestra dentro de ellos? ¿Cuántos van por pura obligación? ¿Sirve de algo llegar a la capilla Sixtina en medio de un remolino de gentes descontroladas, que gritan, se sientan, hieden, disparan flashes causando un daño irreparable a las pinturas…
Es un crimen permitir que esto pase con el arte. Es una cuestión de responsabilidad, pero no de las instituciones, sino de la propia población no cultivada, que debe darse cuenta de que el museo no es su sitio. Para ellos ya existen otras distracciones.
10. Olvidamos que el museo también es un centro de trabajo e investigación. No sólo lo es para quienes trabajan a puerta cerrada (que por cierto, sólo cuentan con un día a la semana), sino también para quienes acuden al museo dentro de su horario. Para mí, cada visita a un museo es una investigación, porque me ayuda a forjar en mi cabeza datos precisos sobre épocas, autores, objetos, estéticas… además de producirme un enorme placer interior, incomparable con cualquier otro y absolutamente propio y personal.
Podría seguir así, durante horas. No me faltan argumentos. Y conste que digo esto porque sé que los que me leen no están dentro de la masa. Todos vosotros habéis tenido la oportunidad de cultivar un campo diferente de vuestra sensibilidad, sea el cine, la música, el arte, la literatura, la poesía, la fotografía, el teatro…
Por todo esto: ¡NO A LA DEMOCRATIZACIÓN DEL ARTE!
Firmado: Un misántropo dentro de un museo.

Perdiendo el tiempo de los bolsillos…

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Susurros al oído

Cansada ya de tanto sol, de tantas estrellas equívocas y estacionarias, una mujer se escarcha en palabras.

Es solidaria con el invierno, ese que tiembla tras la llegada inminente y apresurada de una primavera.
Es solidaria con el viento que desgasta los sentimientos y carena al alma, pero comprueba que algunas noches corren borrascas en su almohada.
Es solidaria con los sueños que una vez le arroparon más allá del horizonte, pero al iniciar el camino no encuentra sino únicamente fronteras. Fronteras que descubre (se descubre) en los lugares más inhóspitos.
Es solidaria con los árboles y sus ramas. Con las ramas y sus abrazos. Con esas ramas fuertes, pero también rígidas. Con los ojos que una vez le besaban. Con los besos de ese árbol.

Ella sabe que las historias no empiezan terminándose, pero la narrativa moderna hace del epílogo muchas veces la introducción. Ella sabe que no existen los clubes de té ingleses en España, porque los antílopes sólo viven en la sabana. Ella sabe que las bellotas alimentan más de lo debido a quien menos lo parece (pero al final todo se acaba descubriendo). Que los animales también saben llorar y que lo que se cree innecesario y prescindible es a veces más inexcusable que el respirar. También sabe que los soles no existen, porque sino crecerían flores por doquier. (Por muy bonito que pudiese parecer).

Una vez, alguien le dijo que no dibujaba, no escribía, que no cantaba para regalar el tiempo al silencio. Lo hacía por necesidad.

Ella sabe que la libertad no se pide de prestado. Que disfrutar de un derecho es, a ciertas horas de la noche, una obligación. Ella sabe que hace lo que quiere y que jamás dejará ese frasco de colonia, o de esencia, en la mesita del hotel de Oxford, frente a la tienda de pianos antiguos. Ella sabe que la sensibilidad no es sino una capa de seda blanco, o de mármol frío, que aturde o curiosea al prójimo.

Ella sabe que sabe más de lo que cree saber. Pero no sabe como defender esas ideas que no entiende.

“No creas que me olvidaba de la hipoteca o de la religión. Solamente que en esos momentos la hipoteca y la religión eran como el traje que uno no tiene puesto.

He leído algunas cosas sobre eso, Bruno. Es muy raro, y en realidad tan difícil… Yo creo que el arte ayuda, sabes. No a entender, porque en realidad no entiendo nada»

EL PERSEGUIDOR: Julio COrtazar.

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El caganer está en Santa LLucia

La Feria de Santa Llúcia anuncia la llegada de las fiestas. Se quiera o no, pasear por el centro de Barcelona y acercarse al barrio gótico supondrá encontrarse cara a cara con los populares villancicos, las lucecillas que se verán pronto por doquier y un olor inconfundible a abeto que me remite directamente a la Navidad, a los preparativos y decoraciones, a la ansiada noche de reyes y por supuesto, a la inocente infacia.

La Fira ofrece todo tipo de elementos decorativos: desde pesebres hasta árboles navideños y los ornamentos para adornarlos. También se celebran algunas paradas de gallos y pavos para proveer las comidas navideñas. Completan este apartado las ferias de Reyes, un tradicional escaparate de juguetes.

La venta de árboles, pesebres, musgo, adornos navideños y figuras, la posibilidad de hacer cagar un tió gigante son algunos de los atractivos del mercado hasta el 23 de diciembre. Cada año son muchos los visitantes que se acercan a las paradas con caganers para ver los nuevos personajes que los artesanos optan por poner con el culo en el aire. Entre las novedades del 2007 figuran los futbolistas Messi y Tamudo; el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu; el periodista de TV-3 Albert Om, el cineasta Woody Allen y el presidente francés, Nicolas Sarkozy.

Programa de la Fira 2007

Haz clic para acceder a programaFira2007.pdf

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De músicos y autores.

Muchos ya conocían mi debilidad ante esos trovadores que componen melodías, escriben poesía y se suben a un escenario dispuestos a una violanción permitida.
Admirable sin duda, su honestidad.

El viernes pasado tuve la agradable sopresa de que la tarde se endulzara con un concierto de un -en el fondo no tan- desconocido David Torrico. Una guitarra sencilla pero sincera, una voz azul y letras personales y vivenciadas acompañaron la velada.

Con claras influencias transoceánicas de Jorge Drexler y Chico Duarque, al final del concierto regaló un arrebato de ternura o un vericueto musical para cada uno de los improvisados oyentes. Sabía bien lo que adjudicaba.

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Guillermo Habacuc Vargas y el arte…

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En medio de polémica, la Bienal Costarricense de Artes Visuales (Bienarte) 2007 inauguró anoche una estricta y pequeña selección de obras y premió a seis artistas con el pase para representar al país en la Bienal Centroamericana Honduras 2008.

Los artistas galardonados en esta sexta edición de la prestigiosa cita de arte contemporáneo fueron Errol Barrantes, Guillermo Habacuc Vargas , Oscar Figueroa, Mimiam Hsu, Esteban Piedra y “La banda de los sumergidos-emergentes” (Sila Chanto y Jhafis Quintero).

El jurado, integrado por Ana Sokoloff (Colombia), Oliver Debroise (México) y Rodolfo Kronfle Chambers (Ecuador), los escogió con base en obras de gran calidad y excelente coherencia entre idea y ejecución, según detallaron. La Bienarte es organizada por los Empresarios del Arte.

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Uno de los «artistas», Guillermo Habacuc Vargas permitió la muerte de un perro por inanición durante el evento.

Es inadmisible que se pisoteen de esta forma los derechos de los animales y que el «artista» lo hubiera recogido de la calle para dejarlo morir amarrado con una cuerda a la pared de la galería cuando tuvo la oportunidad de no hacerlo o incluso salvarlo.

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Según Rodrigo Peñalba:
«Según supe el perro murió al día siguiente por falta de comida. Durante la inauguración supe que el perro fue perseguido por la tarde entre las casas de aluminio y cartón de un barrio de Managua con nombre de santo que Habacuc que no pudo precisar en el momento. 5 niños de los que ayudaron en la captura recibieron bonos de 10 córdobas por su colaboración. Durante la exhibición algunas personas pidieron la libertad del perrito, a lo que él artista se rehusó. El nombre del perro era (fue) Natividad, y se le dejo morir de hambre a la vista de todos, como si la muerte de un pobre perro fuera un show mediático desvergonzado en el que nadie hace nada más que aplaudir o mirar desconcertado.»

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El Hotel Astoria abre una muestra de Opisso

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El Hotel Astoria (París, 203) se convierte en museo. El centro de la cadena Derby acoge una exposición permanente dedicada al ilustrador Ricard Opisso (Tarragona, 1880 – Barcelona, 1966) que ocupa las tres principales salas del hotel con más de 110 piezas. Se trata de la muestra más importante dedicada a este artista.

Opisso, mal estudiante, inició su carrera artística como aprendiz del arquitecto Antoni Gaudí, cuando se hallaba en plena construcción de la Sagrada Família. En marzo de 1899, se publicó su primer dibujo en la portada del mítico semanario 4 Gats y, con el cambio de siglo, empezó a colaborar con la revista Hispania y Pèl i Plom. En 1903, después de dejar de trabajar con Gaudí comenzó a trabajar en cabeceras como L’esquella de la Torratxa, La Campana de Gràcia, Xut! y TBO. Opisso combinó estos trabajos con portadas de libros educativos, calendarios y carteles de espectáculos.

En la colección también hay exquisitas rarezas como retratos de Picasso, Ramon Casa y Toulouse-Lautrec o viñetas futbolísticas del club Erbek, nombre clave para eludir a la censura franquista anticatalanista que prohibía el Barça.

La popularidad que alcanzó Opisso se debe principalmente a su don para captar tipos, atmósferas y detalles individuales entre multitudinarias aglomeraciones. Opisso se reveló desde su juventud como un agudo observador de la escena ciudadana, recreador sarcástico de los tipos y costumbres populares y caricaturista de refinado sentido del humor.

El primer domingo de cada mes se ofrecerán visitas guiadas a la colección.

Para ver más obras.

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Hipermembrana

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La semana pasada he tenido el placer de presenciar el ArtFutura 2007, un festival de cultura y creatividad digital que desde 1990 nos impresionan con sus ideas y proyectos surgidos en el panorama internacional del new media, el diseño de interacción, los videojuegos y la animación digital.

La cita ha sido en el Mercat de les Flors (”Mercado de las Flores”) de Barcelona, el 28 de octubre.

Pude ver una de las performances de Marcel.lí Antúnez, fundador de la Fura dels Baus, que ahora trabaja en solitario, llamada Hipermembrana.

Hipermembrana intenta profundizar en la naturaleza del mito, y para ello combina diferentes elementos como la topografía del Infierno de Dante, el mito del Minotauro y la forma de la célula eucarionte. Estos elementos se articulan mediante una técnica narrativa que consiste en superponer los argumentos gráficos y literarios, lo que permite giros inesperados y una gran riqueza expresiva. La elección del mito del Minotauro como figura central de esta performance ofrece interesantes metáforas, como por ejemplo la del conflicto entre la racionalidad y la animalidad del ser humano.

De extrañeces que se llaman Arte…

Los números del arte

Nada más comenzar el curso, tuve una charla con algún que otro científico «que no bajaba del burro» respecto a la idea de arte=belleza. A pesar de que la mayor parte de la conversación va directamente a la papelera, se me formuló una pregunta: “¿Crees que existe algo de la vida cotidiana en lo que las matemáticas no intervengan?”.
Ante esta pregunta yo respondí que no, me dí cuenta de lo presentes que están los números en cada cosa que hacemos, la medida, el orden. Pero en lo que no caí en aquel momento fue en que la geometría también cumple esto.

Desde entonces me he ido fijando en cada lugar al que he ido en todo lo que me rodeaba, en su forma, en su disposición. Incluso en la de la música…

Encontré también imágenes que había tomado hace meses en las que sin darme cuenta había inmortalizado figuras geométricas.

Mi propósito con todo esto es demostrar que la geometría es importante, que existe y que la podemos encontrar a cada paso. Espero que disfruteis de la belleza geométrica de estas fotografías.

Geomietra

Prosperidad

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Bien es sabida mi tendecia a la lectura de escritores noveles, y aunque alguna que otra vez me haya llevado una grata sorpresa, la mayoría de las veces no son sino más pan para la sopa.

PROSPERIDAD

Carlos es irresponsable, inmaduro, egoísta y nihilista, practica el victimismo y la autocompasión, y más aún cuando el dentista le hierra la boca con un intempestivo aparato corrector. Por eso “si pudiera hacer algo por joder a toda la humanidad, a la humanidad entera, aunque yo también saliera perjudicado, lo haría” (p. 15), pues “la vida no tiene significado ni razón, ergo las máquinas destruirán el mundo” (p. 41). Pero en seguida se le hace evidente al lector que el universo no termina en Carlos; sus vecinos padecen enfermedades y taras, hasta su hermano Mario, alumno brillante y deportista con futuro, enferma gravemente; las putas con las que se alivia le cuentan su miseria, pese a todo, con una sonrisa; Mariana, dulce y algo loca, es rechazada por todos por su espléndida gordura y él mismo se complacerá en dañarla.

Su existencia está absolutamente desestructurada, como se intenta reflejar en la propia estructura del relato, tanto al nivel de la fábula como de la gramática -sin que el autor haya logrado el efecto deseado-. En conjunto, se trata de una novela pobre en cuanto a la escritura y la técnica; que no alcanza sus pretensiones expresivas y peca de impersonalidad; que cae en lugares comunes, como la salvación a través del amor y la escritura.
¿Existencialista? Quizás, o tal vez sea dramatismo artificial.

PERSÉPOLIS

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Bajo el telón del recuerdo, Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud nos cuentan la vida de los últimos treinta años de Irán. Basada en la vida de la propia Satrapi, “Persepolis” es una cálida y al mismo tiempo dura visión de años oscuros de un país que pasó del poder sátrapa del Sha a la tiranía de una teocracia represiva y asesina. Es una llamada a cómo una generación vio que sus sueños se apagaban.

La película, basada en las tiras cómicas de Marjane Satrapi, es un dulce dardo que atañe tanto a la historia reciente de Irán en particular, como a los fundamentalismos en general, mientras que por otro no deja de resultar una película con bastantes lagunas en su esquema.

La película consigue mezclar lo cómico y lo atroz, emociona, entretiene y está cargada de realismo, tiene magia. Se mantiene la esencia del cómic dotándolo de un magnífico lenguaje cinematográfico que consigue un relato ágil, que fluye con facilidad en la pantalla. Se mantiene el blanco y negro original y la simpleza en los dibujos, narrando la historia mediante flash back. La música es una pieza básica en la película, uno sus grandes aciertos.

Cualquier panfleto cinematográfico venga de donde venga me irrita, a pesar de que esté de acuerdo con él, y ésta se trata de una película con un posicionamiento netamente occidentalizado. No necesito que me abran los ojos y me digan: mira cómo vivimos, esto está mal. En lo del choque cultural con Occidente y los problemas de adaptación se quedan cortos, desaprovechando además una oportunidad sin igual de hablar de la integración del pueblo árabe en Francia.

Tengo que decir que los momentos de mayor ironía y lucidez de la película corresponden a las reflexiones que la joven protagonista vierte acerca de las relaciones afectivas, el sexo y la adolescencia, algo que por su universalidad traspasa cualquier frontera geográfica y que se escapa del superficial cariz político por el que es identificado este filme.

Como dice de la protagonista de Persépolis: “La liberté a toujours un prix” (La libertad siempre tiene un precio…)

El ballet ruso

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En las calles de París, antes y después que la felicidad de los años veinte nos envileciera, mil coches frenéticos corrían de noche por el bulevar del alumbrado eléctrico. En el café de la opera todo el mundo bebía absenta, para recordar, y fumaban opio para despertar. El ballet ruso llegó desprendiendo una inusitada convulsión.

Tamara Toumanova, Leon Woizikovsky y David Lichine
en Petrouchka – 1934 – Anton Brueh fotografía

Un piano para Suu Kyi

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«Artistas británicas usan la diplomacia musical con la Nobel birmana»

Frente a las presiones internacionales sobre la junta de Myanmar, hasta la fecha infructuosa, un grupo de artistas británicas ha decidido tomar la vía de la «diplomacia de la música». Encabezadas en popularidad por la cantante Anie Lenox, su proyecto consiste en enviar un piano a la disidente birmana Aung San Suu Kyi, que permanece bajo arresto domiciliario desde hace 12 años.

La Nobel de la Paz tiene prohibido hablar con el público, pero el sonido de las teclas de su viejo piano traspasaba hasta hace poco su confinamiento en una casa de Rangún, y llegó a convertirse en todo un símbolo de resistencia.

Lennox y sus amigas han reunido los fondos para reemplazar ese instrumento, hoy inservible por el deteriodo causado por el clima tropical de la antigua Birmania, y se disponen a enviar un flamante piano a Rangún. Semanas después de la brutal represión de los monjes birmanos que salieron a la calle para pedir un cambio democrático, son conscientes de que los obstáculos de naturaleza política pueden impedir que el barco llegue al puerto.

Otros artistas reconocidos internacionalmente han arropado también en los últimos años a la Nobel y a su causa, como la banda irlandesa U2, liderada por Bono, que dedicó su famosa canción walk on a la determinación sin fisuras de Suu Kyi.

Patricia Tubella
El País

La cultura no nos protege de nada. Los nazis son la prueba

Tengo suerte de conocer los rostros que se esconden tras algunos blogs.

[…]

P. Una de las conclusiones que se pueden sacar en este aspecto es que no podemos sentirnos seguros ni siquiera acorazados por la cultura.

R. Desde luego. Sólo los ingenuos pueden creer que la cultura te ayudará a ser majo.

P. ¿Ni eso nos vale?

R. La cultura no nos protege de nada. Los nazis son la prueba. Puedes sentir una admiración profunda por Beethoven o Mozart y leer el Fausto, de Goethe, y ser una mierda de ser humano. No hay conexión directa entre la cultura con C mayúscula y tus opciones políticas.

[…]

Entrevista a Jonathan Litell. En Babelia.